Señor,
escucha nuestras plegarias
En la primera lectura de este domingo observamos cómo el profeta
Eliseo le indica a un piadoso israelita lo que debe hacer con su ofrenda,
veinte panes de cebada, de las primicias al Señor: “dáselos a la gente para que coman. Porque esto dice el Señor: ‘comerán
y sobrará’”. El profeta le orienta hacia la dirección acertada, en la
caridad está Dios. Pero aún es más contundente el texto del Evangelio cuando
presenta una iniciativa de Jesús que solucionará la situación desesperada y sin
salida de la gente, no tenían para comer y se saciaron. Dios no es una idea,
sino alguien que está más cerca de nosotros, que nosotros mismos; alguien que
escucha las plegarias de los que le invocan sinceramente: “Abres tu la mano, Señor, y sacias de favores a todo viviente”.
No paséis de largo, no disimuléis vuestros sufrimientos y dadle la
cara a Dios, habladle de vuestro dolor por la profunda crisis que venimos
padeciendo, presentadle la preocupante tasa de desempleo que oscurece el futuro
de adultos y jóvenes…, porque Dios escucha nuestras súplicas. Los Medios de
Comunicación nos insisten todos los días en la gravedad de la crisis económica,
pero se quedan cortos, porque es algo más que económica, ya que ésta ha sido causada
por un desorden moral que la ha generado: la cultura del “pelotazo”, la del
enriquecimiento rápido y sin escrúpulos, la de estar por encima de las
posibilidades, la proliferación de intereses personales o de grupo, las
especulaciones, los escandalosos sueldos millonarios… ¿para qué abundar más en
los motivos de esta tristeza? Prefiero centrarme en la esperanza que nos da la
fe y la confianza en Dios. Valoro lo que está haciendo la Iglesia, tan cercana
a los más necesitados, aunque sea con medios pobres; ahí está Caritas, como un
ejemplo, y todos los voluntarios. En esta realidad se hace presente la escena
del Evangelio, “¿Con qué compraremos
panes para que coman estos?” Desde lo poco, Dios hace el milagro. La razón
que mueve a la Iglesia no es otra sino esta: “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a
la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”
(G.S.,1). En el corazón de la Iglesia encuentra eco todo lo humano.
No se cual será la solución a este grave problema, no es esa mi competencia,
ni pretendo entrar en un campo que no me corresponde. Mi tarea es señalar una
vía libre para que puedan, creyentes o no creyentes y los responsables de la
vida pública y económica, acercarse a Dios y pedir la Luz que necesitamos todos,
porque la urgencia está, no sólo en el estado de las cosas, en la avalancha de
los problemas, sino de lo que está en juego: la necesidad de alcanzar una auténtica fraternidad (cfr. Caritas in Veritate,20).
Pido a Dios que se acierte en las decisiones, para que no sean sólo los que
viven al día los que soporten las pesadas cargas de los recortes y sacrificios;
que todos cumplamos las exigencias de la justicia, para no dar como ayuda de
caridad lo que ya se debe por razón de la justicia.
A todos los que os mueva la fe, responded como cristianos, confiad
en Dios y rezad con fuerza para que sea Él quien nos ayude a salir de este
drama, siendo capaces de cambiar la mentalidad y teniendo el coraje para
suprimir las causas de estos males, aunque sabemos que nos espera un tiempo de
sacrificio.
Propongo a los sacerdotes que trabajéis por facilitar a los fieles
las posibilidades de vigilias de oración ante el Santísimo Sacramento, que
elevéis plegarias en la Oración de los fieles; que sigáis potenciando todas las
iniciativas de caridad, a través de Caritas u otras instituciones, y que deis
el protagonismo en la vida parroquial a la austeridad, sin más aventuras que lo
necesario, dejando para otro momento los adornos. Por otra parte, conozco
vuestra situación económica y no pretendo imponeros nada, aunque me consta
vuestra generosidad, pero la situación es delicada y se oyen muchas voces de
solidaridad. Nosotros, los sacerdotes, no podemos faltar a esta llamada, por
eso os informo, que estará a vuestra disposición una cuenta, donde cada uno pueda
ingresar lo que crea más conveniente para ayudar a las familias más
necesitadas, por medio de Caritas.
Esta iniciativa queda abierta a todas las personas de buena
voluntad.
+José Manuel Lorca Planes
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