“CONVOCANDOS POR JESÚS A VIVIR RELACIONES
NUEVAS”
-Una propuesta para renovar la fe-
Qué pretendemos:
La época moderna constituye la cumbre de una
parábola; ella señala la supremacía
absoluta del sujeto sobre la naturaleza y sobre
la historia. Replegado y contraído en la
propia subjetividad, el hombre de la modernidad,
y después el de la postmodernidad,
vive sin embargo una “noche oscura de época”, en la que
se le escapa el sentido de la vida, la
importancia decisiva de la relación con el otro
y el sentido de la totalidad de las
relaciones.
Ahora, al comienzo del Tercer Milenio, el ser
humano-individuo aparece capaz de haber
dado un giro radical a las relaciones que en
otro tiempo lo vinculaban a la sociedad, pero
muestra también su trágica soledad, su
individualismo exagerado (feroz) y, como
consecuencia, la incapacidad de “disimular” el
malestar profundo que deriva de haber
‘aniquilado’ la sociedad en la que vive y
estarle negando lo esencial para su ser enrelación).
Si la historia es un lento revelarse del ser
humano a si mismo ¿en qué punto de esta
revelación nos encontramos ahora? ¿Cuánto tiempo
tendrá que transcurrir para que el
ser humano, después de haber descubierto el individuo y la sociedad de los
individuos,
descubra también la dimensión de la reciprocidad, es decir, la relación con el otro como “lugar”
en el que sea posible conjugar juntos la
expresión y la acogida de las diferencias? ¿Hasta
cuándo habrá de durar el olvido de la dimensión relacional en todas sus dimensiones: consigo
mismo, con los demás con la
naturaleza, con Dios…?
En este contexto ¿cómo integrar, anunciar y
vivir el mensaje de Jesús, que toca tan
directa y explícitamente las relaciones humanas?
Jesús invoca a Dios como Abba (Padre),
que no es un atributo divino sino un modo de relacionarse con Dios. Jesús
anuncia el amor
increíble de Dios a los hombres…y el capítulo 15
de Lucas llega a comparar con lo que
es el dinero para los seres humanos: la
verdadera alegría de Dios se da cuando se
recupera “uno solo” de sus hijos perdidos…
Jesús admira la naturaleza: evoca la belleza de los lirios y la libertad de los pájaros, sabe
del
cuidado y el cariño que necesita una viña o una
higuera, y se asombra ante el poder de la
vida para hacer que la semilla crezca por sí
sola, mientras el labrador duerme. Y, a la hora
de ponernos en contacto con Dios, Jesús nos
invita a pedir la llegada del Reinado de
Dios, que es el triunfo de lo plenamente humano:
sustento suficiente para todos y
reconciliación entre las personas, la justicia y
la paz, la fraternidad en una palabra.
Todo eso convierte nuestra condición como ser
humano en “una tarea relacional”, como
enseña la ciencia y confirma la experiencia. Es
más, la realización, la plenitud y la misma
felicidad de todo ser humano depende, en la
práctica, de esto. Por eso, el Concilio
Vaticano II tiene esta afirmación, tan clara:
“El hombre (el ser humano) es, por su íntima
naturaleza, un ser social; y no puede vivir ni
desplegar sus cualidades sin relacionarse con
los demás” (GS 12).
Por eso proponemos:
Que las personas participantes, en un
clima de reflexión, oración y
comunicación de vida, tomemos
conciencia de nuestra vida-en-relación,
en sus diversas formas, y nos abramos a
la novedad que nos ofrece Jesús
en el evangelio, para situarnos en un
proceso de renovación, búsqueda y
crecimiento en nuestra vida relacional.
ITINERARIO
1. Evocamos la realidad: Cómo vivimos las relaciones
2. El bien relacional
3. La relación y algunos de los contextos
3. Habilidades para vivir la relación conmigo mismo
4. Habilidades para vivir las relaciones interpersonales
5. La relación con la naturaleza, el contexto social…
6. La Buena nueva de Jesús sobre las relaciones
7. El proceso de crecimiento en las relaciones.
Fechas: del 16 (noche) al 20
(mañana) de Julio 2012
Lugar: Casa de Espiritualidad San Frutos. Segovia
UNA
MANERA DE VER Y ESCUCHAR
LA
REALIDAD
-Los Signos de los Tiempos-
Qué pretendemos:
Nos acercamos al 50º aniversario del Concilio
Vaticano II; “el acontecimiento más
importante para la Iglesia en el s.
XX”. Ciertamente fue una manifestación muy
especial del Espíritu del Señor para toda la
Iglesia, pero también tuvo una gran
resonancia en todo el mundo. Y sigue siéndolo
hoy: Juan XIII en su inauguración
ya dijo: "Nuestra
tarea no es únicamente guardar este tesoro precioso, como si nos preocupáramos
tan sólo de la antigüedad, sino
también dedicarnos con voluntad diligente, sin temor, a estudiar lo
que exige nuestra época (...). Es
necesario que su doctrina se profundice y exponga según las
exigencias de nuestro tiempo” (11.X.1962)
Por eso, queremos celebrar de forma especial
este acontecimiento tan singular. Toda
celebración es actualización, de alguna manera,
de aquello que rememoramos. En
nuestro caso, es como volver a vivir y a hacer
presente el estilo del Concilio en uno
de los aspectos más destacados, la relación de
la Iglesia con el mundo actual.
Como ya sabemos, la Constitución “Gaudium et
spes” inicia a sí su andadura: “Los
gozos y las esperanzas, las tristezas
y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos
sufren, son a la vez, gozos y esperanzas, tristezas y angustias
de los discípulos de Cristo”(GS 1).
El significado de esta expresión, entonces como
también hoy (parece que se nos
está olvidando) la entendemos como una nueva
forma de interpretar las
manifestaciones de Dios en la historia, en las
mediaciones humanas, concretamente
en las realidades sociales, políticas,
religiosas y culturales del mundo y de la Iglesia.
Más adelante los Padres Conciliares indican las
razones por las que se tiene que dar
dicha cercanía y solidaridad: “El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el Pueblo
de
Dios congregado por Cristo, no puede
dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la
familia humana que la de dialogar con
ella, acerca de todos estos problemas, aclarárselos a la luz
del evangelio y poner a disposición
del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por
el Espíritu Santo, ha recibido de su
Fundador. Es la persona humana la que hay que salvar
(transformar). Es la sociedad humana
la que hay que renovar. Es, por consiguiente, la persona,
pero la persona entera, cuerpo y alma,
corazón y conciencia, inteligencia y voluntad quien será
objeto central de las explicaciones
que van a seguir” (GS 3).
Seguidamente, el Concilio enuncia el modo cómo
proceder para poder realizar la
misión de solidaridad en favor del mundo: “Para cumplir esta misión, es deber permanente
de la Iglesia,
escrutar a fondo los signos de los tiempos e
interpretarlos a la luz del
Evangelio, de forma que, acomodándose
a cada generación, pueda la Iglesia responder a los
perennes interrogantes de la humanidad
sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y
sobre la mutua relación de ambas” (GS
4).
Sabemos lo importante que es tener presente esta
dimensión de reciprocidad entre
la Iglesia y el mundo, en este momento que
estamos viviendo, a comienzos del
Tercer Milenio, y que no podemos olvidarlo hoy,
a pesar de los aires que en general
se respiran, de cierto repliegue, cuando no de
rechazo total del mundo actual.
Para entonces y para la posteridad, el Concilio
propuso claramente los pasos que
tenemos que dar los cristianos para mejor vivir
la relación Iglesia-mundo: “Es propio
de todo el Pueblo de Dios, pero
principalmente de los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e
interpretar, con la ayuda del Espíritu
Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la
luz de la palabra divina, a fin de que
la Verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor
entendida y expresada en forma más
adecuada” (GS 44).
Las claves que nos ofrece el Concilio necesitan
ser desarrolladas, profundizadas y
asimiladas…con una pedagogía acorde, que lleve a
vivir una experiencia
contemplativa de la realidad, en la que el
Espíritu de Jesús hoy, nos sigue llamando
para colaborar con Él en la construcción de un
Mundo Mejor.
Nos proponemos:
Vivir la experiencia de “ver y
escuchar la realidad” –en un clima de reflexión,
oración y diálogo- y a la luz del
Evangelio discernir los signos de los tiempos,
abriéndonos al dinamismo de renovación
que el Espíritu de Jesús produce en la
historia y comprometiéndonos, de forma
solidaria, en construir el reino de Dios, la
Fraternidad Universal en Cristo Jesús.
Itinerario: “Ver
y escuchar al estilo de Jesús”
Primer paso: Auscultar e interpretar la realidad
* Personal
* Local - Nacional – Universal
Segundo paso: Iluminar y discernir la realidad
1) La novedad del Reino de Dios:
* Mensaje de las Parábolas
* Las Bienaventuranzas (Lucas 6, 20-26)
* El Padrenuestro
2) Discernir a la luz del Reino de Dios
* Local - Nacional – Universal
* Personal
Tercer paso: Respuesta personal, comunitaria y solidaria
1) La Iglesia, Sacramento del Reino
* Cómo la Iglesia y los cristianos hemos
contribuido…
* Conversión de actitudes
* Líneas de futuro que la Iglesia está llamada a
promover
2) Hacia un Mundo Mejor
* El compromiso solidario por la Fraternidad
Universal
Fechas: del 5 (noche) al 11 (mañana) de Agosto
2012
Lugar: Monasterio de la Estrella de San Asensio (La Rioja