Queridos diocesanos,
El tiempo fluye, pasa veloz, pero siempre hay ocasión para
recordar los aspectos esenciales de nuestra vida, los centros de interés,
nuestros fundamentos. Para un cristiano, el modelo de identidad es siempre
Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador, que nos ha enseñado a hacer la
Voluntad de Dios en todo momento y en su primera lección nos ha dejado muy
claro cual es el interés de Dios: que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento pleno de la verdad (1Tm
2,3-4). Esta fue la predicación desde el comienzo de la Iglesia, que todos
conozcan que no hay bajo el cielo otro
nombre que nos salve, sino el de Jesucristo (cf. Hch 4,12). Por esta
razón, y porque el Señor nos ha encargado la tarea hermosa de anunciar el
Evangelio: Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo (Mt 28,19-20), los cristianos nos tomamos en serio el tema de
la misión. Cada año el día del DOMUND se nos recuerda.
En la jornada de este año se ha elegido el lema apropiado
a la tarea que nos ocupara durante el curso, ser Misioneros de la Misericordia.
Todos conocéis cómo el Santo Padre ha abierto un año jubilar, que comenzará en
diciembre, pero que habla de nuestro ser, del estilo propio del que está cerca
del corazón de Jesús. Como Iglesia de Cartagena
escuchamos las palabras del Papa Francisco y nos hemos puesto en salida, hemos
experimentado, como el samaritano que iba de viaje, que no es difícil
encontrarse en el camino con muchos hombres
heridos por el desamor, medio muertos por la desesperanza, hambrientos y
sedientos a causa de la soledad y del desinterés, hombres que son victimas de
la globalización de la indiferencia y
viven carentes de dignidad… Ante este panorama, ¿quién no se conmueve
profundamente? (Cfr. Lc 10,33), ¿quién no siente la necesidad de salir a su
encuentro para ayudar?
Queridos diocesanos, os invito en este día del DOMUND a convertir
nuestras personas y nuestras comunidades en vehículos más transparentes del
Evangelio de Dios y, en segundo lugar, a volver a ofrecer la Buena Noticia a
todos aquellos que no la conocen, a los que la conocen mal o a los que se
alejaron de ella. Dejaos iluminar por la Palabra de Dios y activad vuestra
responsabilidad. Salid, como nos pide el Papa Francisco, a las calles de
nuestros pueblos y ciudades y anunciad a Dios, salid a vuestras familias y
anunciadles a Dios; salid sobre los montes de la sociedad y anunciad a Dios en
los trabajos, en las oficinas, en los bares, en la política y en los
sindicatos… anunciad que la salvación viene de Dios, que la Paz y la justicia
es fruto de la Verdad, que Jesucristo es la Verdad. Salid a los jóvenes y
ofrecedles la libertad, que sean valientes para romper las cadenas que les oprimen
y salten de júbilo por su futuro de alegre esperanza.
Queridos misioneros de la misericordia, que Dios os bendiga y os
pido estrecha colaboración en el día del DOMUND.
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