Del 8 al 15 de abril,
en la semana de Pascua y media semana de la Misericordia he podido realizar un
sueño: viajar al Japón. Esto ha sido gracias a varias circunstancias y a muchas
personas que me quieren. Lo primero que lo ha hecho posible ha sido el hecho de
que Pascual Saorín lleve ya 14 años de misionero en Japón, y ahora, en estos
días se ha despedido de su parroquia, la de Takarazuka, y antes de su retorno a
España era el momento de poder acompañarlo unos días. Luego esta mi familia, mi
cuñado Laureano, mi madre y mi hermano que hicieron realidad el sueño, dando
primero un motivo para ir, buscando el vuelo, pagando el coste del viaje,..,
vamos que entre todos no podía poner ya excusa para no ir a este viaje.
Y el viaje se realiza tras la celebración del Triduo
Pascual, el primero que celebraba en la parroquia de Algezares, y que dejaba
estos días en manos, el fin de semana, de los misioneros javerianos de Murcia,
y bajo la atención de mis compañeros de Arciprestazgo, especialmente de
Antonio, el arcipreste, y de Jesús, el párroco de Los Garres, y para la boda,
la primera que se hacia en la parroquia desde mi llegada a ella, estaba la del
amigo Antonio, párroco del Espíritu Santo de Espinardo. Gracias a ellos y a la
colaboración de los feligreses, puede viajar tranquilo por el funcionamiento de
la parroquia.
D. José Luis Bleda a la izquierda y Pascual Saorín en el centro. |
El viaje lo hago junto a mi hermano, Javi, el del pelo
rojo, y a mi prima, Juana María, y empezamos saliendo de Alicante hacia
Amsterdam, salida que se hace tarde, por motivos que desconocemos, pero que nos
hará llegar tarde para coger el vuelo de Amsterdam a Osaka, primer tropiezo del
viaje, pero que se resuelve pronto, pues nos ofrecen un vuelo hacia Beijing
(Pekín) y de allí tomar otro para Osaka. Así, antes de llegar a Japón, la
tierra a donde llego san Francisco Javier, pisaré suelo chino, el suelo que el
santo patrono de las Misiones no llegó a pisar y que tanto deseó. En el
Aeropuerto de Beijing estamos unas 6 horas y de allí salimos a Osaka, en cuyo
Aeropuerto de Kansai nos esperar Pascual para llevarnos al lugar de
alojamiento.
Nos alojamos en la casa que la arquidiócesis de Osaka tiene
para sus seminaristas, en ella viven un misionero mayor, Justo Segura,
sacerdote vasco, de 85 años, y Carlos Munilla, sacerdote de Zaragoza que lleva
ya un año aprendiendo japonés, allí, desde el pasado domingo 5 de abril, está
también Pascual, ultimando detalles para su regreso a España, y con ellos
compartiremos estos días.
El viernes lo pasamos visitando Nara, en el monte, jardines
en plena naturaleza con templos budistas y sintoístas, y el Buda más grande
dentro de un Templo que hay en el mundo. También está la ciudad de Nara con sus
calles comerciales. De vuelta a Osaka, paseamos por Namba, otro ambiente, con
mucha más gente y mucho ruido. El sábado lo dedicamos a Kioto, otra ciudad con
mucha historia del Japón, el teatro Kabuki, las geishas, los templos, parejas
con kimonos, la Casa Dorada, y regreso a Osaka, donde podemos subir a uno de
los rascacielos de Umeda para luego ir a cenar en un restaurante español con
amigos de Pascual, japoneses que hablan español y que han vivido en España. Muy
buen ambiente.
El domingo, día del Señor, santificamos las fiestas, a las
11 puedo concelebrar con Pascual que preside la misa en la Iglesia Católica de
Fuse, en japonés. No hace falta que diga que lo único que aprendo el japonés es
a decir lo necesario para dar la comunión, algo que suena así: Cristo no Om karada, pero gracias a la
fidelidad de los japoneses a la Liturgia y al rito, puedo seguir todos los
momentos de la celebración, incluso la homilía de Pascual, en japonés, puedo ir
intuyendo a quién se dirige y algo de lo que puede estar diciendo. Debo
reconocer que preste más atención a esa homilía que a otras de concelebraciones
en España. Luego por la tarde, en Umeda, asistimos a otra Eucaristía, en la
parroquia de la Sagrada Familia, una celebración en español, para la comunidad
de habla hispana de Osaka, en la misma se celebran 4 bautizos y 3
confirmaciones, ya que allí, cuando se bautiza un adulto el mismo sacerdote lo
confirma. En esta si que me entero y participamos sintiéndonos parte de una
Iglesia universal que crece en fraternidad gracias a la labor de los
misioneros. La misa la preside Carlos, que en este tiempo de formación ayuda en
la atención pastoral a los inmigrantes, y en esta misa es la primera vez que
dice en japonés parte de la homilía.
El lunes visitamos la catedral de Osaka y el castillo, para
luego ir a Takarazuka, donde vemos la parroquia que atendió Pascual, el Hotel
con más de 100 años y el Teatro de Takarazuka, famoso porque todos los actores
son mujeres. De vuelta a Osaka, somos invitados a participar en la reunión del
grupo del IEME en Osaka, grupo al que pertenece Pascual, y en el que están,
Justo, Carlos, Miguel Ángel, sacerdote de Cuenca y párroco de Umeda, Izco, que
fue director general de IEME, y Pablo Seco, sacerdote de Madrid. Con ellos
compartimos la cena y velada.
El martes, día de lluvia, nos acercaos a Maiko, a ver una
de las grandes obras de ingeniería japonesa, un puente de 4 kilómetros que
cruza el mar del Japón uniendo dos islas, y de allí vamos a Kobe, donde
paseamos por el puerto y por calles comerciales, entre ellas el barrio chino.
Tras esto volvemos a casa a preparar las maletas para el regreso.
El miércoles es el día del retorno que sale como estaba
previsto. Muchas gracias al grupo del IEME de Osaka por su acogida y por su
labor.
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