Una
de las ventajas de no haber tenido sucesor al frente de la Delegación de
Misiones, aparte de haber seguido ocupado hasta el día de mi salida el 18 de
diciembre, fue el recibir el pasado jueves 12 de diciembre este librito, que
nos los enviaban desde la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación con las
Iglesias junto a una carta de su presidente D. Francisco Pérez.
En un principio pensé dejarlo
en la delegación, pero me lo
lleve a casa, y el 18 lo metí en la
mochila para leer durante el vuelo
a Honduras. Así, empecé a leerlo poco a poco, a ratos en el
aeropuerto y durante el vuelo. Aquí
en Honduras he seguido leyéndolo,
voy por la página 149. Me
ha cautivado por varios Motivos:
me ha recordado mi experiencia
en Camerún enverano
del 2018, ha revivido mi idea
y conciencia misionera,refrescando
tantas cosas vividas en
Bolivia, en España y los viajes
a Ecuador, Japón, Tánger,…
Así
como los encuentros y convivencias con misioneros, IEME, OCSHA, Jornadas
Nacionales de Delegados, Semanas de Misionología,…
Me entusiasma seguir como un obispo de
Europa, España, en concreto D. Jesus Sanz al que pude saludar brevemente en
Jumilla cuando la Junta Central de Hermandades lo llevó para un Pregón de
Semana Santa, vive y siente con pasión la Misión ad gentes, hasta el punto que
trabaja por hacerla presente en su diócesis y en la formación de quiénes van a
formar parte de su presbiterio ¡Cómo me gustaría que D. José Manuel o D.
Sebastián pudiesen vivir algo parecido!
Por todo esto, antes de acabar el año,
y, como sugerencia para un regalo de Navidad os recomiendo, desde Honduras este
libro, su lectura puede ser un buen remate al año del Mes Misionero
Extraordinario.
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