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jueves, junio 20, 2019

SOMOS MISIONEROS EN CAMINO



SOMOS MISIONEROS EN CAMINO.
Fuente: Misioneros Javerianos.
He tenido la gracia de haber participado por segundo año consecutivo en el camino de Santiago. Esta vez en compañía de Antonio, portugués y misionero Espiritano. André, angoleño, y también misionero Espiritano y Robertus, indonesio y misionero javeriano igual que yo. Misioneros de cuatro continentes, unidos por el deseo de caminar a la tumba del apóstol Santiago, escuchando la narración de la llamada a la misión de cada uno, compartiendo oración y dejando espacio al Señor Jesús, que nos invita a salir para ir más allá, dónde Él nos lleva. Vuelvo a experimentar tanto bien recibido, y es tanto que vivo la alegría de repetir a cada segundo que Dios cuida de nosotros con mucho cariño.

Uno de los rasgos característicos del camino de Santiago es conocer nuevas personas. En el Camino te vas a encontrar con muchísimos peregrinos. De todas las nacionalidades que imaginas. Cada uno que pasa te saluda. ¡Es mágico! Pero tienes que estar abierto, si es tu deseo, para conocerlos. Podría recorrer todo el camino sin intercambiar palabra alguna con nadie. Pero también me perdería de lo más enriquecedor de la experiencia. Lo mismo pasa en el día a día, en nuestro entorno. Nos cruzamos con personas y oportunidades a diario y podríamos elegir ignorarlas. Yo creo que están “a la vista”, pero la rutina no nos “deja reconocerlas”. El Camino me dejó la enseñanza de estar más atento a los “peregrinos de la vida” y las oportunidades que me rodean.
Otra característica relevante del camino es el peso y el tamaño de tu mochila. Todos llevan mochilas. Pequeñas, medianas, grandes. Es lo que hace la diferencia en el camino y en tu vida. Vivir con menos, viajar con menos, te permite llegar al final del camino con menos pesos, con menos ataduras, y consecuentemente con menos agobio. Hacerlo con menos peso te hace más libre y te ayuda a tomar mejores decisiones en el camino.
Pero como decía al inicio, mi deseo era hacer el camino en clave misionera. Y lo he logrado. No obstante, el cansancio, la alegría de poder compartir con mis hermanos misioneros el camino, supera las limitaciones físicas. El Camino ha sido para mí una ocasión de oportunidades. Para pensar en mi vida, abrirme a la novedad, valorar lo que tengo y lo que soy. Pienso profundamente, en todo aquello que he recibido en esta experiencia única, hermosa, espiritual y trascendente. El Camino me confirmó lo que vengo transitando desde niño y quedó también expuesto en esta experiencia. Que Dios nos ama y nos cuida con locura. Lo hace siempre. Volví de Santiago de Compostela con la sensación de haber hecho uno de los viajes más importantes y más significativos de mi vida. Mi deseo para los que leerán esta experiencia es que se dejen sorprender por Jesús. O sea, dejar a Jesús ser Jesús en tu vida. Sin esquemas y sin miedos. A mí me encanta, la imagen de Jesús como amigo, sin embargo, estos días, hice la experiencia de ser acompañando por Jesús el Camino. Que es cercano, que es paciente, que nos escucha, que nos ayuda a comprender las cosas difíciles y, sobre todo, que no nos deja solos en nuestro camino. Mis amigos misioneros de camino, me ayudaron a comprender lo hermoso que es la diversidad en la iglesia. Lo importante que es caminar juntos, siendo diferentes. Tuvimos momentos maravillosos juntos. Me recuerdo con gozo, cuando después de haber hecho muchos kilómetros, por la tarde, nos encontrábamos para rezar y compartir lo vivido por el camino. Me encantaba contemplar sus rostros llenos de vida y de esperanza al compartir el recorrido. Señal de que Jesús había transitado por sus corazones.
En tú camino ordinario, no tengas miedo de acercarte a las personas, de escucharlas, de ayudarles y sobre todo, amarlas. Regreso a mi vida diaria con nuevas ganas a seguir siendo instrumento de Dios para los peregrinos que encontraré por el camino. Pues, la experiencia de sentirme amado, acompañado y escuchado por Jesús me lleva a dar gracias y desear ser mejor cada día. Vuelvo a ratificar que esta experiencia hecha con Jesús y con mis hermanos misioneros, en el camino de Santiago, fue un don. Un tesoro, y para mí, este tesoro es Cristo. Haberlo encontrado, conocido y haberlo seguido ha sido la mejor experiencia misionera que he hecho en mi vida. Me ha abierto a una vida intensa, apasionante y llena de alegría. A Él quiero conformar toda mi vida, enraizar mi existencia en la suya, porque Él es mi Camino, y su misión es mi alegría de vivir.
Ivanildo de Sousa Quaresma, sx

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