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viernes, febrero 12, 2016

CARTA DEL OBISPO SOBRE LVII CAMPAÑA DE MANOS UNIDAS

Queridos diocesanos, sacerdotes, religiosos y laicos,

La LVII Campaña de Manos Unidas toca a nuestras puertas y nos invita a no permanecer ni indiferentes ni a “balconear” (en expresión del Papa Francisco) la realidad que nos rodea. Tras casi sesenta años de aquel Manifiesto de unas valientes mujeres de Acción Católica en que, respondiendo a la llamada urgente del Papa, decidieron “declarar la guerra al hambre”, cada año esta organización eclesial, la organización de la Iglesia Católica en España para la promoción y el desarrollo de los países más empobrecidos, nos viene a sensibilizar y a pedir ayuda ante un drama de proporciones colosales, pero evitable: en torno a 800 millones de personas en el mundo “pasan hambre”. En palabras del Papa Francisco esto es un “escándalo” por el que seremos juzgados. Sólo necesitamos leer en primera persona el texto de San Mateo: “Venid vosotros, benditos de mi Padre… porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme… cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 31-46).


Estamos en Cuaresma, y una Cuaresma especial, porque se encuentra inserta en la celebración del Año Jubilar de la Misericordia. En la Bula de convocatoria del mismo el Papa nos decía: “Deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo de despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina” (Misericordiae vultus 15). Y en el mensaje para la Cuaresma nos dice: “La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir las obras de misericordia”. A esto os invito, en comunión con toda la Iglesia, a experimentar el amor misericordioso de Dios que nos convertirá en misericordia palpable y concreta con nuestro hermano.

Esto es lo que nos presenta Manos Unidas con su Campaña de este año. Detrás del lema “Plántale cara al hambre: SIEMBRA”, hay un deseo de sembrar corazones compasivos, corazones capaces de abrirse a las necesidades de las más alejados y que impulsen acciones concretas para acabar con el hambre en el mundo. Nos invita en su Manifiesto de este año a un compromiso por “sembrar recursos, sembrar capacidades, sembrar responsabilidad y cooperación entre los Estados y sembrar solidaridad”. Con ello estoy seguro que de que con esta siembra cosecharemos dignidad, esperanza… y futuro para los que hoy no lo poseen y quizás ya ni lo esperan.
El Señor Jesús, que sintió hambre y experimento el sufrimiento, nos visita y se hace presente en los hermanos que padecen necesidad. Acojamos hoy la invitación que la Iglesia en España nos hace: SIEMBRA, para combatir el “hambre” en el mundo, para colmar el “hambre de Dios” en los hombres nuestros hermanos.

Os ruego que conciencies a todos los sectores de la sociedad, de los grupos, asociaciones, parroquias… para que la respuesta sea generosa,  y Dios os lo pagará.
Dios bendiga vuestro trabajo y el de los voluntarios de Manos Unidas de nuestra Diócesis. ¡Seamos generosos! Con mi bendición,






+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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