En la imagen se puede ver a la derecha a nuestro Delegado D. José Luis Bleda |
Obras Misionales Pontificias
| nota de prensa
El presidente internacional de Obras Misionales Pontificias (OMP)
−que viajó desde Roma invitado por OMP en España para asistir al
encuentro de responsables de la animación misionera−, reconoció
una brecha entre el magisterio eclesial sobre la misión y su
puesta en práctica. Hacen falta personas que "estén dispuestas a
ser enviadas, para que continúe la misión mesiánica de Cristo".
La necesidad de un despertar de la vocación misionera fue el
hilo conductor de su mensaje.
Todas las diócesis españolas estuvieron representadas en el
encuentro de responsables de la animación misionera en España,
celebrado del 19 al 21 de mayo en Madrid con el tema "La
vocación misionera ad gentes". Los directores diocesanos
de OMP estuvieron acompañados por los cinco obispos miembros de
la Comisión Episcopal de Misiones (su presidente, Braulio
Rodríguez y los cuatro miembros: Francisco Pérez, Miguel
Asurmendi, Ramón del Hoyo y Camilo Lorenzo); el presidente de
OMP, Protase Rugambwa; el presidente nacional de OMP, Anastasio
Gil; y como invitado, el presidente de OMP en Guinea Ecuatorial.
En su análisis sobre la situación actual de la misión, que el
arzobispo Rugambwa desarrolló en una conferencia titulada "No
hay misión sin misioneros", el presidente de OMP intentó
presentar las causas por las que, a pesar de la "profunda
reflexión" que el magisterio eclesial ha plasmado en los últimos
30 años sobre la urgencia de la evangelización, "las cuentas no
dan resultados en términos de personas que dedican su vida a la
obra de las misiones". Se refería concretamente a las
"vocaciones específicas para la evangelización en otros países,
culturas y religiones".
"Parece que el espíritu misionero, en esta fase en que con
obviedad la Iglesia se reconoce por su naturaleza misionera, no
encuentra ya respuestas radicales. Se contenta con navegar junto
a la costa, más que dejarse llevar del viento del Espíritu hacia
los confines del mundo y de la humanidad". Recordando lo que san
Juan Pablo II afirmaba en su Encíclica "Redemptoris missio", que
la misión "se halla todavía en los comienzos y debemos
comprometernos con todas nuestras energías en su servicio",
monseñor Rugambwa dijo que la enunciación de este principio
"parece caer en el vacío" y se mostró contundente al afirmar que
"hay necesidad de personas, que respondiendo a la invitación de
Cristo, y a las repetidas súplicas de la Iglesia, estén
dispuestas a ser enviadas".
Esteban Aranaz, misionero "fidei donum" en China; y Cristina
Castillo, misionera de Cristo Jesús en Filipinas, forman parte
de esas personas generosas que han sabido comprometerse en serio
con las necesidades de la Iglesia Universal. Ambos, han tenido
una "nueva llamada" −como llamó la misonóloga Mª Jesús Hernando
al regreso obligado por diversas circunstancias−, pero no han
dejado de ser misioneros.
Ambos han abierto su mente y su corazón al salir de la iglesia
local. Esteban ha sido testigo en primera persona del que
definió el "acontecimiento más dramático" de la historia china,
que para este misionero no ha sido tanto la persecución de los
cristianos (con lo que eso significa), cuanto la creación de una
"Oficina de Asuntos Religiosos" y de "la Asociación Patriótica",
que ha dividido a la comunidad eclesial y a las familias, y nos
ha hecho pensar en una división "entre buenos y malos", cuando
la realidad es mucho más compleja".
Por su parte, Cristina aprendió "la amabilidad en el trato" de
los indígenas con los que convivía en Filipinas; algo que le
está sirviendo mucho en su nueva tarea en la pequeña comunidad
de religiosas con las que vive en Javier (Navarra), que se
ocupan de acoger a personas con inquietud misionera, que van a
compartir con ellas unos días. En la misión, Cristina aprendió
también que "ser minoría es una buena experiencia, porque no
tienes poder y te sitúas en la vida de otra manera".
Si es verdad que "no hay misión sin misioneros", también lo es
la necesidad de dar a conocer la misión. Así lo explicó el
secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José
Mª Gil Tamayo, que se refirió al tema misionero como un tema
"atractivo" para la comunicación social, aunque afirmó que no se
puede desintegrar de la visión total de la Iglesia. Gil Tamayo
pidió diseñar una estrategia de comunicación capaz de crear una
"cultura misionera", porque hoy hay necesidad de plantear
historias que den sentido a la vida" y "la misión es una oferta
de sentido".
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